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Déjate seducir por el encanto de Lisboa
El barrio de Belém guarda muchas curiosidades y rincones secretos. Si ya conocimos por qué se hallaba un hidroavión frente a la famosa Torre de Belém, hoy vamos a saber más sobre las relaciones entre Portugal y el sudeste asiático. La pagoda tailandesa es un regalo al gobierno portugués en el que se entremezclan la sintonía entre ambos países y especialmente el pasado histórico de intercambio comercial que tuvo su base en este barrio lisboeta.
Desde aquí partieron los grandes descubridores que llegarían hasta Brasil, Japón o la India, pero también establecieron bases en el reino de Sian, la actual Tailandia. Vamos a conocer juntos un poquito más sobre un curioso monumento en el centro de los jardines de Belém… ¿Nos sigues?
Ecos del siglo XVI
Si por algo es famoso el barrio de Belém, es sin duda por ser el lugar del que partieron las grandes carabelas que llegaron hasta todos los rincones del mundo. Desconocidos por muchos, sin duda los nombres de Vasco da Gama, Pedro Alvares Cabral o Alfonso de Alburquerque aún resuenan en este distrito lisboeta. Desde aquí salieron, recorriendo el Océano Atlántico, el Índico y el Pacifico, trayendo riquezas progreso y, sobre todo, gracias al dinero que acumularon, en este barrio se da una arquitectura al servicio de la monarquía, el arte manuelino. El Monasterio de los Jerónimos o la Torre de Belém, construidos en el siglo XVI reflejan como ningunos todo el esplendor de Portugal en la Era de los Descubrimientos, algo que conoceremos juntos en nuestro Tour de Belém y el Tajo.
Estos monumentos Patrimonio de la Humanidad tienen a su vez algunos elementos curiosos, como pueden ser las esculturas de leones, monos, piñas, granadas…es decir un conjunto de novedades encontradas en los grandes viajes por África, Asia y América. Es en las costas del Pacífico donde los portugueses encontrarán más contrastes con la vida europea y por ello lo reflejarán en sus obras. Fruto de estos encuentros, surge una alianza entre países, ya que Tailandia y Portugal conmemoran ahora los cinco siglos de relaciones diplomáticas y comerciales, marcando una sintonía total entre ambos países.
El Reino de Siam
El gobernador de la India, Alfonso de Alburquerque, quien también tiene su estatua en el barrio de Belém, decidió enviar una expedición a territorios al este de sus dependencias. La misión encabezada por Duarte Fernandes, llegó a tierras tailandesas en 1511, estableciendo puestos comerciales. La primera conexión entre civilizaciones se dio en Ayuthaya, la capital de lo que más tarde sería el reino de Siam. Los navegadores portugueses establecieron de inmediato relaciones con los mandatarios locales, desarrollando políticas comerciales que dieron muy buenos resultados. El reino de Siam se expandía desde las costas del pacífico hasta China y combatía con otras civilizaciones a través del río Mekong. Los portugueses supieron ver la importancia del reino, a la altura de China o India y por ello decidieron tejer una alianza que incluyó a soldados de Portugal que combatieron en guerras a favor del reino de Siam. También, la capital renombró dos barrios en el siglo XVI, muy poblados por portugueses, llevaban el nombre de las ordenes religiosas que instalaron allí sus conventos. Algunas de estas historias se pueden conocer en el cercano Museo de Oriente, situado entre Alcántara y Belém. En este lugar, la princesa tailandesa recordó la antigüedad del reino de Sian en su viaje por tierras portuguesas en 2012, cuando la diplomacia entre países alcanzó sus más altas cotas.
Un regalo de la monarquía tailandesa
El 21 de febrero del año 2012, la princesa Maha Chakri Sirindhorn, en aquel entonces heredera del reino de Tailandia inauguró este monumento fabricado en la capital, Bangkok. La pagoda fue desmontada y vuelta a ensamblar en el Jardín de Belem tras un viaje en barco de varios días, mucho menos de lo que duraban las travesías de los grandes marineros portugueses muchos siglos atrás. El monumento conmemora la primera llegada de europeos a territorio de Siam. Durante el siglo XVI los portugueses establecieron su presencia en Ayuthaya y fueron los dominantes del comercio introduciendo productos de la cocina lusa, armas de fuego y palabras que todavía se usan en el idioma tailandés.
Los siguientes siglos, fueron de dominio español y especialmente francés, con muchos conflictos bélicos para la instalación de colonias. Mientras tanto los lusos siguieron con su política de intercambios comerciales y pese a reducirse la presencia de portugueses en territorio de Siam, las relaciones siempre fueron amistosas, tejiendo una alianza diplomática muy duradera que se traduce hoy día en proyectos culturales y turísticos. Cinco siglos de comercio que tienen su monumento en Belém. La pagoda está hecha de madera de teca, decorada con miles de láminas de pan de oro, cristales brillantes y un techo a cuatro aguas con ángeles en cada esquina y escamas de dragón o peces. Una maravilla en el centro del Jardín de Belém, un lugar donde descansar o tomar un dulce pastel de Belém.
¿A qué no lo sabías?
El nombre de Tailandia es muy reciente, data del siglo XX cuando el reino de Siam se transforma políticamente y adaptan el vocablo Thai (libre). Tailandia significa “el país de la gente libre.”
La pagoda fue ensamblada mediante encajes de madera, en una técnica ancestral del país asiático y que no utiliza armazones de hierro ni necesita de piezas extra. El monumento no tiene clavos ni tornillos, una verdadera maravilla de la artesanía tradicional tailandesa.
Belém, un rincón imprescindible en tu visita a Lisboa
El alma de Portugal, su historia y su evolución pasan obligatoriamente por el barrio de Belém, un rincón de la capital que alberga los grandes monumentos y la grandeza de Portugal en el tiempo. El carácter portugués, la saudade, tiene aquí su máxima expresión, pues se recuerda lo que un día fueron y como su historia ha dejado una huella imborrable.
Además de la pagoda tailandesa, este distrito lisboeta tiene mucho que ofrecerte y lo puedes conocer cada mañana con nosotros si reservas aquí tu plaza para el Tour de Belém y el Tajo. Una excursión de tres horas en la que te sentirás como Willy Fog viajando en la vuelta al mundo, ya que viajaremos en tren, podrás probar los famosísimos pasteles de Belém, verás el monumento a los descubridores, un puente similar al de San Francisco, la Torre, el Monasterio de los Jerónimos…y ¡mucho más! Solo tienes que venir y dejarte guiar. ¿A qué esperas?